Leyendo un artículo muy interesante compartido por Victor Cuervo, se comenta que las estructuras jerárquicas instaladas en gran parte de las organizaciones actuales, lejos ayudar a conseguir mejores resultados, penalizan en gran medida la productividad de los propios empleados. En el artículo, José Miguel Bolivar concluye que una relajación de las organizaciones jerárquicas acompañado de un aumento en la responsabilidad de los empleados, tendría efectos muy positivos en los resultados de las empresas.
Estoy muy de acuerdo con el planteando de artículo pero opino que esa transición no es algo que resulte fácil ni rápido conseguir. Conseguir culminar esa transición con éxito supone todo un reto. Las estructuras jerárquicas están muy ligadas a la cultura y valores de una empresa y este tipo de cambios requiere de un compromiso claro y firme por parte de todos los integrantes de la organización, empezando, claro está, por la dirección de la compañía. Mientras esto se consigue, una clave será aprender a convivir y sacarle el máximo partido a este tipo de estructuras jerárquicas en la que muchos de nosotros estamos inmersos. Considero que todos aquellos a los que la estructura les otorgue algún «poder» y ejercen algún tipo de responsabilidad sobre otras personas, tienen la obligación de buscar la forma de motivar y hacer sentir parte de un objetivo común, a todas las personas sobre las que esa jerarquía le confiere influencia, porque todo el mundo es igual de importante en la parte que le toca desempeñar, da igual si la tarea es de una relevancia alta como si no. El resultado final es la suma del trabajo de todos. La motivación y actitud con la que cada persona del equipo afronta su trabajo marcará los detalles en cuanto a la calidad de ese resultado final .
La jerarquía puede conferir a uno autoridad pero no le otorga respeto profesional, lo cual es fundamental para alcanzar unos objetivos donde el conjunto gane y con los que todos puedan sentirse identificados y comprometidos. Sólo cuando el responsable jerárquico consigue que crean en él, en los valores que transmite y en la estrategia marcada, logrando que todo el mundo se sienta importante dentro del proyecto y comprometido con los resultados, es cuando existe la posibilidad de que equipo te otorgue ese respeto moral y profesional que ninguna jerarquía confiere, lo cual marca la gran diferencia entre los verdaderos líderes de los que simplemente son jefes.
La jerarquía mal entendía puede llegar a ser muy destructiva, pero bien gestionada puede ofrecer la oportunidad de hacer grandes cosas. Lo que nunca debemos olvidar es que trabajamos con personas y para sacar todo su potencial no basta con saber dar órdenes marciales (eso cualquiera puede hacerlo), hace falta mucho mas…. motivación, inspiración, compromiso, conocimiento… ‘¡hacer EQUIPO!!. Cualquier responsable jerárquico tiene la gran oportunidad de esforzase por conseguir generar todos esos sentimientos a las personas que tiene «a su cargo«. Realizar la transición de una estructura organizativa propia del siglo XX a una del siglo XXI supone todo un desafío y requiere de un gran esfuerzo y cambio de mentalidad tanto por parte de las propias empresas como de sus empleados, si es que el objetivo final es conseguir mejorar la productividad y por tanto, la rentabilidad de la organizaciones
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